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Tengo una labor de cuidador asociada a mi vida. Sergio Lujambio

Sergio Lujambio. Consultor, emprendedor y empresario, para The Silver Bunch. Por Amaia Valdemoros.

A.V. Desde tu condición de silver, ¿Qué te cuenta hoy el mundo de la empresa y los negocios que no te contó cuando empezabas tu andadura en México? 

S.L. Empecé a los 16 años a llevar la contabilidad de la empresa familiar (una papelería  que atendía oficinas). Mi abuelo era un emigrante vizcaíno que emprendió  empecinadamente como Ave Fénix, pues era ludópata y lo perdía todo, y se levantaba una y otra vez. Un hombre culto y autodidacta, pues llegó a 3er año de  primaria. Era emprendedor, pero nunca llegó a empresario. Sus metas económicas eran de suficiencia (techo, vestido y sustento). Austero. Mi padre, casi igual. Emprendió a los 23 luego de haber pasado como contable por el mundo multinacional. Era una mente brillante que aprendió inglés perfecto… yendo al cine. En México no se doblaban las películas, por un criterio nacionalista para preferenciar el cine nacional. El mismo criterio nacionalista animaba al dictatorial régimen franquista, pero visto al revés. Mi padre creció con odio a los ricos y un sistema de creencias limitante que me trasladó. Me sorprendía su empeño en que yo también emprendiera, pero varias circunstancias me empujaron a ello a los 24 años. Emprendedor a tontas y locas, tenía un negocio que era una fórmula de autoempleo. Mi padre, un legislador -en paralelo- y político y empresario, hoy que leo sus textos, me doy cuenta que hoy sería de Podemos. 

Me pasé una década en ese estado de cosas y conocí a un economista excomunista, Fernando Flores. Padre del coaching ontológico y coach de Felipe González Márquez y de Carlos Slim. Había sido el ministro de economía de Salvador Allende. Encarcelado por la  dictadura durante 5 años, ya con 2 licenciaturas adicionales (psicología y filosofía) salió reconvertido. Me acusó -luego de una larga charla- “de no haber puesto mis  recursos al servicio de la empresa, sino de mis hobbies”. Me dolió, porque era cierto. Me dijo que desde el primer empleado, yo ya era en el sistema de creencias limitantes latinoamericano, “un patrón hijo de puta”, aunque yo creyera que no era así. Me dijo que para que haya acceso a la riqueza, alguien tiene que crearla y nunca es el Estado, que solo sabe perder. Me dijo que no bastaba con desear riqueza, patrimonio, etc. Sino que había que quererlo y por ende, poner los medios. Y ahí cambió todo. De estar al borde de la quiebra habiendo reducido la plantilla de  50 a 25 empleados, 14 meses después éramos 250 distribuidos en las 3 grandes ciudades del país y era yo el proveedor único del 85% de la banca nacional y extranjera, además de aseguradoras e instituciones públicas. Aprendí de este hombre también, a buscar solucionar preocupaciones en lugar de necesidades, en los tomadores de decisión de compra. 

Mi vida dio un vuelco. De ahí en adelante he emprendido media docena de veces, vendido y cerrado empresas. Trato de  trasladar lo aprendido y lo ejemplifico con anécdotas vividas y vívidas, además de  desarrollar modelos de comprensión gráfica y de análisis e interpretación de  información (de mercado, de ERP, de macroeconomía, de contabilidad y de  finanzas, de “mercados electorales” y así).

A.V. Imagina una conversación con aquel Sergio novato, sin experiencia en esto de la vida. Tienes la oportunidad de sentarte frente a frente y hablarle desde tu presente. ¿Qué le dirías? 

S.L. Pon a juicio todos tus dogmas, todos tus prejuicios, todas tus convicciones. Ábrete,  escucha, lee más, explota tus talentos, no te los guardes. 

A.V. Ajústate tus gafas de realidad virtual porque vamos a dar una vuelta por el Metaverso. ¿Qué te gustaría hacer? ¿Cómo se desenvuelve tu avatar? 

S.L. ¡Uy!, para mí es fácil eso porque como tengo limitaciones neurodegenerativas, la movilidad plena, particularmente en monte y montaña que es lo más acercado al silencio, o al ruido no indeseable, de que gusto. Mi “avatar” sube cimas que hoy en día no puedo alcanzar. La pendiente que va del Eroski a casa, es “el K2”. En este momento de la vida -y estoy en ese proceso- quiero desparramarme en atizar y ayudar en emprendimientos y empresas de otros, pues tengo una labor de cuidador asociada a mi vida. 

A.V. Los viajes en el tiempo pueden ser agotadores, así que descansemos un rato en el hoy mientras entramos en materia. Cuéntame qué significa para ti la etiqueta “silver” y si te sientes identificado con ella. 

S.L. Las pelucas blancas de litigantes y jueces ingleses, y de reyes y nobles de otras épocas no son casuales: significan -simbolizan- sapiencia (por lo menos se asume sabiduría), el  Senado Romano, era el foro de opinión guía y consejo de lo público desde la  SENilidad, por eso se llama así. Mi mentor de adolescencia fue mi abuelo, en materia de sexualidad, religión, pecado y política. Era un hombre que se comunicaba mal con  adolescentes y niños, excepto conmigo y una prima. Mis mejores amigos (y novias…y  después mi esposa) han sido mayores -a veces poco, a veces mucho- mayores que yo. Soy sapiofílico, y ahora que soy “silver”, me parece que tanto quienes se disfrazan de más jóvenes de lo que son, con cirugías o tintes, como quienes se visten de lo que no son -o no aún- con pelucas o aliños indumentarios, pecan de falta de amor propio y de la enorme dignidad que suponen las pieles manchadas, las arruguillas y las canas. No lo siento como una etiqueta, sino como el arribo a una etapa que, bien cuidada en materia de salud, puede ser bien larga y provechosa para seguir aprendiendo y dando guía y consejo. Me encuentro en mitad de un máster en Big Data y Business Intelligence, para  estar al día y no quedarme en el “anécdotas de decrépito”…

A.V. El resto de generaciones, los que un día serán silver también, ¿de qué forma están  mirando a esta generación de cabellos plateados? 

S.L. Miran poco, como generación. Creo que por falta de tiempo de convivencia, aunque en mi caso y por lo menos en lo relativo a hijos, nueras y yerno, todos, todos, me consultan con asiduidad. 

A.V. Eres consultor y tienes mucha experiencia en el mundo empresarial, el liderazgo, etc. ¿Cómo está tratando el mercado a los silver? 

 S.L. Cuesta trabajo “venderse” a uno mismo. Y MUCHO más ser reclutado. El “edadismo” es un hecho incuestionable.  

A.V. Y de forma más personal, desde tu punto de vista particular de consumidor, ¿Cómo ves el panorama? ¿echas algo en falta? 

S.L. Un sitio más amplio donde poder desplegar mi piano y ejercer sin molestar a vecinos  (gaita, acordeón etc.) 

A.V. Antes de ser silver, o como nos gusta decir, cuando eras silver en construcción, ¿te  imaginabas de alguna forma especial? ¿Algún proyecto en tu cabeza rodaba para nacer  en esta etapa? 

S.L. Pues…no. No pensaba que de pronto se acelerase la neurodegeneración y paralelamente mi mujer enfermara y un defraudador me dejara sin ahorro. Lo litigo, y como hay variables no controlables -totalmente exógenas- pienso rehacer mi plan estratégico en unos meses. 

A.V. Ideas, proyectos, experiencia. En The Silver Bunch creemos que la transferencia de  conocimiento entre generaciones tiene muchas posibilidades. ¿Cómo sería para ti el contexto ideal para llevarla a cabo de la mejor forma? 

S.L. En ámbitos sin Wifi, más como retiros o seminarios que como “clases”. Fuera de las  grandes urbes, pero no demasiado de suerte que la gente pueda conciliar, o quedarse en hoteles rurales. 

A.V. Para terminar, explícanos una idea, una reflexión o un llamamiento de un silver para otros silver. 

S.L. Agruparse, aconsejarse, escucharse, compartir experiencias, asociarse y formalizar o procedimentar la solidaridad.

Fotografía: Sergio Lujambio

Febrero 2023

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